miércoles, 1 de febrero de 2012

CÁNCER LOCALIZADO OPERABLE




Como su propio nombre indica, se trata de tumores que pueden ser extirpados mediante cirugía. No hay evidencias de que la enfermedad se haya extendido a los ganglios linfáticos cercanos ni a otros órganos sanos. La intervención para extirpar el tumor se denomina hepatectomía (extirpación de una parte del hígado que debe incluir el tumor y bordes libres de enfermedad) y su extensión dependerá fundamentalmente del tamaño, localización y número de tumores.

Puede que sea necesario extirpar una porción del hígado, o incluso que haya que pensar en el trasplante. En algunos casos el cirujano extirpa completamente el órgano del paciente y lo sustituye por otro sano procedente de un donante. Esta opción sólo es válida si el cáncer no ha comenzado a extenderse y si se encuentra un donante compatible. Mientras eso ocurre, el equipo médico controlará la evolución del paciente oncológico administrándole otros tratamientos si fuese necesario. Si el tumor es inextirpable no hay evidencia de que el trasplante pueda ser curativo, pues casi siempre hay una recaída precoz en el órgano nuevo. Hoy por hoy, esta opción es experimental.

La recuperación después de una operación de este tipo es diferente para cada paciente. Algunos pueden sentirse incómodos durante los primeros días, aunque existen analgésicos muy eficaces contra el dolor. Tambén es frecuente sentir cansancio, fatiga física o diarrea. En el caso de los trasplantes de hígado, el posoperatorio suele durar varias semanas y el equipo médico vigila especialmente que no se produzca rechazo. Los fármacos que se emplean para evitar que el organismo reaccione en contra del nuevo órgano pueden provocar un exceso de vello corporal o un aumento de la tensión arterial.

La supervivencia a tres años en este tipo de cáncer es de cerca del 50%.

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