jueves, 10 de julio de 2014
Tumor de Útero
Los miomas son tumores benignos del útero que se presentan en cualquier etapa de la vida reproductiva de la mujer. Son frecuentes, pero en pocas ocasiones hay que operarlos.
Si se les hiciera ecografía a 100 mujeres sanas que no presentan molestia alguna ni trastornos en su ciclo menstrual, fácilmente podría encontrarse miomas en 60 de ellas. La presencia de estas masas o tumores benignos, que pueden crecer dentro de la pared uterina (intramurales), en la cavidad (submucosos) o en la parte externa del útero (subserosos), es más frecuente de lo que parece, afirma la ginecoobstetra Cecilia Hernández, especialista en medicina reproductiva.
El útero es un órgano macizo, compacto y musculoso, muy sensible a las hormonas. “Cuando existen desequilibrios hormonales se pueden producir fibromas en la matriz. Una a dos de cada 10 mujeres tienen algún grado de miomas, pero sólo el cuatro por ciento requiere cirugía, pues estos se caracterizan por autolimitar su crecimiento”, explica el ginecoobstetra Carlos Arturo Díaz Támara. El 30 o 40 por ciento de estos tumores sigue creciendo, todo depende del influjo hormonal.
El tamaño es variable. Puede haber tumores muy pequeños, de uno a dos centímetros, y otros muy grandes, de la longitud de una papaya.
¿Qué otros factores influyen?
La ginecoobstetra Cecilia Hernández señala que la genética juega un papel importante en la predisposición de una mujer a desarrollar miomas. Lo que sí es claro, es que ‘el alimento’ que los hace formarse son los estrógenos, hormonas femeninas.
“Cuando una mujer se acerca o está en la menopausia, los miomas tienden a reducirse o, por lo menos, no aumentan de tamaño porque sus niveles de estrógenos caen”, indica la especialista.
Para Díaz, estos fibromas o tumores aparecen en cualquier momento de la vida reproductiva, pero son más frecuentes después de los 40 años. Es más factible su presencia en mujeres obesas, con ciclos menstruales irregulares o que no han tenido hijos.
“Si una mujer se embaraza, disminuye la posibilidad de sufrir miomas a lo largo de su vida, pues el útero cumple con la función para la cual fue diseñado y, por lo tanto, la influencia de las hormonas que lo regulan se modula de una manera que disminuye el riesgo”, dice el especialista. En cuanto a las obesas, agrega, el tejido graso que tienen en exceso produce, en una proporción importante, otro tipo de hormona llamada estrona (producida por la grasa), que favorecería la predisposición de presentar miomas en el útero.
¿Qué efectos tienen?
Los miomas son tumores del músculo liso del útero que nunca desaparecen solos; usualmente permanecen, pueden crecer (a veces palparse) y reproducirse. Cabe aclarar, sin embargo, que su curso no es predecible: algunos pueden permanecer pequeños durante toda la vida y otros pueden crecer rápidamente en un momento determinado. Para que aumenten de tamaño deben tener un vaso sanguíneo que los haga crecer.
Es posible que se degeneren, formen quistes o pedículos (hijitos), se calcifiquen o sangren, sobre todo en el embarazo. En casos muy raros — menos del 1 por ciento — tienen degeneración maligna, aunque se ha cuestionado si es cierto que el tumor pasa de benigno a maligno o que desde el comienzo era un tumor canceroso.
Durante la gestación pueden degenerarse e infartarse, ocasionando dolor y, en algunos casos, partos antes de tiempo. Los de un tamaño superior a los 5 cm o localizados cerca de la cavidad son los que tienen más riesgo de complicar el embarazo.
En esta etapa, los miomas también pueden sangrar o producir alteraciones en las contracciones, las cuales no son efectivas, y trancar o dificultar el trabajo de parto; si el mioma está delante, el bebé no puede pasar y habría que hacer cesárea. Si se degenera, tendría que abrirse a la paciente para detectar la causa del sangrado. “Cuando un mioma llega a comprometer una o ambas trompas, puede interferir con la fecundación y a su vez con el logro de un embarazo. Si ocupa o deforma la cavidad uterina, podría impedir la implantación del embrión y, en tal sentido, habría mayor riesgo de pérdida del embarazo”, afirma Hernández.
Tratamiento
Los miomas no se desvanecen con tratamientos médicos. Sólo desaparecen con operación. Eventualmente, dice la ginecoobstetra Hernández, antes de extirparlos quirúrgicamente se utilizan medicamentos que pueden reducir el tamaño del tumor.
El tamaño (más de 5cm), la ubicación o los síntomas que provocan son indicadores para extirparlos.
Se puede hacer una cirugía abierta, en la cual se corta la membrana que cubre el mioma para separarlo del útero, se reseca (extirpa) y se repara la herida. Con la cirugía se buscan extirpar completamente los miomas. Pero esto no es posible siempre.
También es factible operarlos con láser o con laparoscopia, aunque depende de la habilidad del especialista que los intervenga.
Síntomas
De acuerdo con la ginecoobstetra Cecilia Hernández, en la mayoría de los casos los miomas pasan desapercibidos porque no generan síntomas ni aparentes alteraciones en la capacidad reproductiva.
El ginecoobstetra Carlos Díaz explica, por su parte, que según el sitio en el que se localicen producen manifestaciones distintas: aquellos que se sitúan dentro de la pared del útero provocan cólicos muy fuertes; si están en la parte exterior, la mujer experimenta sensación de bulto y molestias abdominales inespecíficas (sensación de peso, distensión, obstrucción) y, en el caso de encontrarse en la cavidad uterina, sangrado excesivo pero sin dolor.
Es posible que se formen en los tres lugares de manera simultánea al crecer, por lo que los síntomas pueden combinarse. Los sangrados a destiempo también indicarían su presencia.
Según Díaz Támara, es clave que la mujer tan pronto perciba que su periodo cambia de manera repentina en la manifestación o intensidad del dolor, cantidad de sangrado y duración del manchado, consulte con el especialista lo más pronto posible.
Métodos alternativos
Una vez se detectan, ya sea a través del tacto o por ecografía, el especialista debe vigilarlos en su crecimiento. Normalmente, se le indica a la paciente bajar de peso (si está obesa), se le prescriben medicamentos, la mayoría de ellos a base de hormonas femeninas en concentraciones y dosis que dependen de cada caso, o se le regulan sus ciclos. Los tratamientos dependen de la edad de la mujer y de sus antecedentes de gestación. No es lo mismo tratarla en edad fértil que en la menopausia.
Se sugieren controles periódicos cada seis meses para constatar que el tamaño no ha aumentado. Un fibroma que no produzca síntomas ni sangrado y tenga un tamaño menor (por ejemplo, de 2 a 3 cm) no es necesario extirparlo. Si la mujer está muy cerca de la menopausia, dice el ginecoobstetra Carlos Díaz, puede esperar a que esta ocurra, pues tiene una ventaja: como descienden los niveles hormonales, los miomas pueden involucionar y no requeriría cirugía. Todo depende del tamaño y la molestia que estos causen.
En algunos casos seleccionados, se les puede inyectar una sustancia que bloquee la circulación que los nutre, de manera que involucionen. Sin embargo, este recurso no es muy frecuente, ya que muchas veces la localización de la artería es difícil.
“También se puede complementar la intervención tradicional con métodos alternativos como homeopatía, acupuntura o terapia neural”, indica Díaz. Estas intervenciones, agrega, buscan estabilizar el tamaño del mioma o producir su involución.
Andrea Linares G.Redactora ABC del bebé.
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